viernes, mayo 19, 2006

Mi OtRa...

Unas gotas emergen del techo del cuarto, lentamente recorren un poco el terreno y caen por la gravedad al suelo frío mientras un aire empapado se cuela por la rendija de la pared. ¡Huele a hielo! Por la ventana, el árbol desprende sus hojas por las fuertes ventiscas que se han provocado.
En la otra esquina, se encuentra aquella que me ha observado en todas mis facetas, aquella que a veces calla y otras, habla de más; aquella que no se exalta con cualquier pensamiento fuera de lugar y algún recuerdo extravangante y ensordecedor que llamaría la atención de cualquier pasajero.
Me mira con aquella seriedad con la que siempre se aleja y se sienta a ver cuales serán mis decisiones retorcidas por mis propias acusaciones desentonadas y no enlazadas.
Y así respiro agitadamente tratando de encontrar una salida a todo este laberinto expuesto, impuesto y propuesto en el que vivo.
Mi pelo mojado como trapo escurriendo sobre el fregadero está y mi mirada perdida en la profundidad del punto negro de un azulejo amarillo del suelo. Todos mis pensamiento se envuelven tierna y efusivamente, todo se va y regresa en instantes dolorosos y secretos. Todo se mezcla continuamente en el cuarto en el que me mezco. El techo se ha encharcado, sigue goteando. Un charco verde canela se ha formado entre el moho y el sarro. Tu mirada aparece en mi reflejo sobre el charco y evoluciona a través de los pensamientos de la niña del rincón. Ella reflexiona, muere, nace y vuelve a vivir de mis experiencias, se forma, se torna y vuelve a acontecer. ¡Qué maña en la que me he metido! Esa de salir, observar, regresar y ser... Y de nuevo no encontrar la salida que necesito.
¿Qué mata más: tu sonrisa o tu caricia, su silencio o su rechazo? ¿Qué se ha formado de esa cascada de obsesión y vanidades? Las voces en mi mente me tragan: " El acuerdo fue guardar la razón"... Otra vez el juego de sentir, ¿qué mas dificil que esto? ¡Clichés y tonterías, amiga mía! Y fui feliz bajo tu sombra, ¡Ya no aguanto! Debe ser mi culpa o su destino... Y me muero aquí. Ya no adivino lo que piensa, ni contesta, se esconde, no me perdona, me abandona... Como todos los días, un misterio yace en el rincón.

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