jueves, diciembre 14, 2006

Aquel momento

Y así de repente desperté en unos brazos fuertes que me sostenían. Pude observar como las cosas corrían en su propio curso y yo no tomaba parte de ellas. Esos ojos me miraban con gran cuestionamiento y formaban círculos alrededor de la expresión de mi mirada. Arriba de nosotros, el árbol más verde que jamás había visto, la luna sobre la barda con las nubes tapando su pudor. ¿Por qué sigo aquí? Me pregunté cuando pude darme cuenta que no era yo de esta tierra que yo estaba en un mundo diferente. Y me volvió a abrazar y escuché sus balbuceos sobre mi oreja, quise correr porque el miedo de lo desconocido me invadía, pero ese no era el punto, yo tenía que pasar por aquel momento. Estaba viviendo tan fuera y tan ensimismada en mi pensamiento que nunca observé que aquel hombre tenía esos ojos verdes. Todo mi mundo se iluminó cuando quise soltarlo y no se iba, se había aferrado a mí con tanta fuerza que sólo el magnetismo de nuestros cuerpos nos unía. Así mi cuerpo tembló. Sobre mí, se posó su espíritu, nos habíamos unido y esos ojos verdes me flecharon, me armaron, me tomaron y me dejaron prendidos a ellos. En aquel segundo, se confabuló mi tranquilidad, mi poder de pertenencia y mi pasión, su voz fluyó por mi boca, su destino sobre mi camino y sus manías sobre mi locura. Natural y radiante, su momento y mi capricho! Y el camino empedrado en el que nos encontrabamos nos acogió.

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